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43 AÑOS DESPUES: NO DEBEMOS OLVIDAR 1981-2024

Foto del escritor: Centro de ReflexionesCentro de Reflexiones

Kajkoj Máximo Ba Tiul1



Si, sus risas, sus voces, sus caminares, sus miradas, sus proyectos, sus canciones, sus bromas, siguen estando presente en las mentes y corazones de quienes compartimos con Ustedes. Como olvidar, los encuentros en las comunidades Poqomchí de San Cristóbal, sobre todo en estos días de diciembre. No importaba el frio y la lluvia, para poder compartir con los niños Poqomchí de las comunidades. Piñatas, dulces, cantos, juegos, café, pan y las guitarras eran las armas. Sus objetivo, fue llevar alegría a los niños y niñas, para hacer más llevadera la pobreza y la miseria en la que se encontraban, producto del racismo y la discriminación a la que han sido objeto los pueblos mayas desde hace muchos años.

Las calles empedradas del municipio, así como los caminos históricos de las comunidades poqomchí, son testigos de los pasos que daban, sin importar el lodo, el hambre, porque solo pensaban hacer reír a los niños y niñas en medio del abandono injusto provocado por el Estado y los ricos del país.


Llegar a las comunidades más lejanas, de ese entonces, como: el Cedral, Chikus, Santa Elena, Mexabaj, Najtilabaj, Providencia, Santa María, El Naranjo, y muchas más, significaba romper el circulo de la violencia racista que emprendieron los pequeños burgueses del municipio en contra de quienes nos llamaron “indios”, apoyado muchas veces por los pequeños burgueses poqomchi del municipio, quienes desde la colonia se constituyeron en un grupo aparte junto a ricos ladinos y que desde esa condición de clase; explotaron, reprimieron y racializaron al “indio de la comunidad”.


Hacerse comunidad, fue sus calvario. Hacerse pueblo fue sus sentencia. Para quienes se creyeron dueños del municipio, cualquiera que optara por los pobres y por los más humildes, se convirtió en su enemigo, como hasta ahora. Quien asume con conciencia caminar con el pueblo pobre para su liberación, era y sigue siendo un estorbo. Para quienes no quieren a sus hermanos humildes y pobres, la “violencia” es la mejor arma y por eso los desaparecieron aquel 28 de diciembre de 1981 sin importar la lluvia y el frio.


Lázaro, Teresa, Eduardo, Alfonso, Don Poli, Vita, Otto Macz, Otto Ical, Salva, El Negro, Luis, Pelón, y muchos más, sus anhelos y esperanzas seguirán en nuestra memoria, para seguir iluminando nuestra lucha, hasta culminar la liberación del pueblo.



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